lunes, 25 de abril de 2011

Arekuruu umi

Hola Bloggers (:

El microrrelato que hoy voy a dejar escrito, va a hacer referencia a todo lo pasado en Japón durante los últimos meses. Familias destrozadas, ciudades y pueblos destruidos, personas muertas, la catastrofe de Fukushima y la contaminación marítima, etc. Y como no, las repercusiones que eso tiene a nivel mundial.
Espero que os guste.
Antes de empezar a leerlo, os dejo una canción que os ambientará con el texto.
http://www.youtube.com/watch?v=c_ut1-qt35I


Arekuruu umi.

Atsuki tenía un mal presentimiento aquel día, pero no le hizo mucho caso, pensó que serían los nervios de la boda.
Cogió de la mano a Etsuko y salió de la habitación. Siempre le había gustado ese nombre por que simbolizaba lo eterno.
Salieron juntas hacia la playa, parecían dos ángeles con aquellos vestidos de seda fina.
Al llegar la gente empezó a aplaudirles.
Takeshi estaba en el altar, esperándolas, su sonrisa era de pura felicidad. Estaba contento de poder casarse como ellos querían, junto a su familia en aquella preciosa playa de Kyodo.
La ceremonia empezó cuando Atsuki llegó al improvisado altar que allí se había colocado.
Una ceremonia que nunca terminaría.
Empezada la ceremonia, una de las invitadas tuvo que correr tras su travieso bebé hacia la playa; y fue al alzar la vista cuando comenzó a gritar.
Las olas del mar se elevaban como si los dioses las controlaran.
Las caras de pánico se reproducieron en cada uno de los invitados que salieron corriendo despavoridos.
Nada pudieron hacer pues las olas llegaron a la playa y arrasaron con todo lo que a su paso había.
Atsuki vió como su familia iba desapareciendo entre las inmensas olas, en su retina quedaron todos esos rostros de pavor.
El día más feliz de su vida, se lo había tragado el océano.
Takeshi murió por salvar a sus únicas razones de vivir, su hija y su mujer. Gracias a él pudieron llegar a aquel edificio y subir a un lugar seguro, pero a él se lo tragó el mar cuando estaba a punto de entrar por la puerta.

                   *                                          *

Han pasado tres meses y no me arrepiento de haber llamado a mi pequeña, Etsuko; sabía que ese nombre simbolizaba supervivencia.





It's kOki Bitch!

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